Casas pasivas, algo más que viviendas ecológicas

Casa pasiva con ventanal

La construcción en madera es la opción que mejor se adapta a la hora de levantar casas ecológicas. Gracias a los materiales que se emplean y a un proceso constructivo respetuoso con el entorno, se consiguen viviendas cuya incidencia en el medio ambiente es mínima. De hecho, fue gracias a este sistema constructivo que a principios de la década de los 80 se empezó a desarrollar en Estados Unidos el concepto de casa pasiva.

Este término apareció por primera vez en el libro «Passive Solar Energy Book«, escrito por el arquitecto estadounidense Edward Mazria. Al hablar de casas pasivas se refería a viviendas que se diseñan teniendo en cuenta las características del entorno, aprovechándolas al máximo para el ahorro de energía e incluso para su generación. Desde la apariencia exterior hasta la distribución de la vivienda, todo tiene su influencia, todo entra en juego a la hora de aprovechar al máximo las oportunidades de captación, almacenamiento y distribución energética que pueda llegar a tener la vivienda.

Frente a las construcciones que sólo premian el ahorro y la conservación de energía a través del aislamiento térmico, los diseños pasivos buscan también abrirse al exterior para aprovechar las características ambientales y climatológicas del entorno. Se intenta conseguir un acondicionamiento natural que consiga maximizar el rendimiento energético de la construcción.

En su momento, el Departamento de Energía de Estados Unidos dividió el país en 16 tipos climáticos. A partir de esos tipos se desarrolló un estándar de vivienda pasiva para cada uno de ellos. Se trataba de la primera estandarización de este tipo de viviendas, pero sólo tenía en cuenta los tipo de climas que podían encontrarse en el país norteamericano. No sería hasta 1988 que se crearía el llamado ‘Estándar Passivhaus‘, un concepto desarrollado entre el alemán Wolfgang Feist y el sueco Bo Adamson.

El ‘Estándar Passivhaus‘ es una certificación que implica un aislamiento térmico, un control de infiltraciones,  una calidad del aire interior y un aprovechamiento de la energía del solar que conlleve un ahorro energético de entre el 70% y el 90%. Bajo este estándar se empezaron a construir viviendas en Alemania y Austria desde 1990 y, poco a poco, se fue extendiendo este tipo de casa por el resto del mundo. Hoy en día, esta certificación es la que se usa también en Estados Unidos y en España.

Dada la adaptabilidad de los diseños y la funcionalidad que se puede obtener en la construcción de casas de madera, se trata del sistema que mejor se adapta a la hora de levantar casas pasivas. No hay más que ver que los países desde donde surgió el concepto (Estados Unidos, Alemania y Suecia) cuentan con una tradición importante en cuanto a este tipo de construcción. Es la versatilidad de las estructuras de madera, en cuanto a las posibilidades de diseño, la que facilita esa adaptación y casi fusión con el entorno que se da en las viviendas pasivas.

Fuente: www.houzz.com

Un comentario para la publicación “Casas pasivas, algo más que viviendas ecológicas

  • José Luis Farto Martínez

    La importancia de crear un hábitat ecológico es indudable, si además se cumplen los estándares de casa pasiva es verdad que el ahorro energético es altamente importante, hoy por hoy la tecnología nos ofrece sistemas de aislamiento y permeabilidad que nos ayudan a conseguir ese objetivo. Firmas como ISOVER, DuPont y otras que hay en el mercado proveen de membranas envolventes que ofrecen una alta estanquidad del edificio, un buen aislamiento y la correcta orientación, nos ofrecen un valor U medio entre ,15 y 0,45 W/m2 K. Las ventanas han de ser eficientes con cristales de baja emisividad y cámaras de aire rellenas con algún gas noble, yéndonos incluso al triple vidrio y sobre todo una construcción sin puentes térmicos, para evitar la degradación de la superficie interior por la condensación de la humedad ambiental. Hasta aquí todo correcto y viable sin ningún sobrecoste que no sea asumible.
    Nos encontramos con la necesidad de calefactar el local, pues de nada nos vale todo lo anterior si no se hace un aporte de energía para obtener un hábitat confortable, en estos momentos y según demuestran todos los estudios de laboratorio, los catálogos optimistas y las edificaciones ya existentes, la forma más ecológica y sostenible de conseguirlo es la geotermia, bien es verdad que una instalación para una casa media es cara si está bien dimensionada se puede obtener , como antes indique , según los catálogos más optimistas, un COP de 4,9 e incluso 5,1, bueno bajemos los humos un poco a estos catálogos , pongamos que se obtiene un COP de 4,0 es decir un rendimiento de un 400% , este dato aconseja, que digo aconseja, empuja a decantarse sin más dilación a adoptar este sistema ya que por cada KW gastado nos compensa con 4KW aportados, llegados a este punto y asumiendo el coste de este “Mercedes” vemos que todavía se puede exprimir un poco más la eficiencia de la edificación añadiendo a está un recuperador de calor de tipo contraflujo de alto rendimiento con un tipo de hasta el 92% y unos consumos de 40W, es el usuario final el que aconsejado por el arquitecto ha de tomar la decisión de dar este paso, que aunque es redundante nos evita de “sorpresas” en el mantenimiento eléctrico de la bomba de calor geotérmica, ya que la educación de ventilación que tenemos gran parte de los españoles es abrir de par en par las ventanas mientras hacemos la labor , tirando metros cúbicos de aire calefactado y obligando a nuestros sistemas de baja temperatura a trabajar al máximo , para recuperarse de tal evacuación de energía, cosa que queda solventada utilizando estos sistemas además de conseguir un aire limpio y de calidad, supeditado a un correcto mantenimiento.
    El objetivo es conseguir casas un CIENTO DIEZ POR CIENTO EFICIENTES, ¿lo conseguiremos?

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